Invitada por el Departamento de Artes Dramáticas del IUNA, la reconocida escritora y dramaturga brindó una charla abierta en la Sala Bioy Casares del Centro Cultural Borges.
El 31 de agosto se realizó en la Feria UNIART una charla abierta con Griselda Gambaro, bajo el título “Pasado y presente de su creación dramatúrgica”, organizada por el Departamento de Artes Dramáticas del IUNA, con la coordinación de la directora de la Maestría en Dramaturgia, Patricia Zangaro.
Ante una gran cantidad de público, la importante narradora y dramaturga relató su modo de trabajo en el proceso de producción. La obra de Gambaro se destacó por su singularidad desde la aparición de “El desatino”, en los años ‘60. Al respecto, la autora señaló que “la originalidad a mí me ha tenido siempre sin cuidado. Yo creo que lo original no está en la forma sino en el discurso, tiene que surgir de un artista que esté conectado con su época, que investigue, articule y le dé fuerza al lenguaje. Creo que eso va a producir una voz particularizada y original en el sentido de que nadie dirá las cosas de esa manera”.
Griselda Gambaro confía en su experiencia de trabajo, su oficio y cierta intuición al momento de escribir una obra para teatro. Consultada por Patricia Zangaro acerca de cuáles son los materiales que disparan su necesidad de escribir, dijo que “el lenguaje es también el resultado de lo que uno es. No solamente hay que estar atento a lo que pasa en el mundo sino también saber de plástica, de música, leer. En la actualidad el campo de los jóvenes que quieren ser autores es reducido, y eso conspira. Uno no nace solo, tiene toda la carga no del pasado muerto sino de lo que está vivo de ese pasado y yo advierto que los jóvenes autores tienen un presente muy reducido y no aprovechan todo lo que hay para escarbar en la civilización, en la cultura, en el terreno del conocimiento, de la emoción”.
En cuanto a la puesta en escena de sus obras, la prestigiosa dramaturga dijo que desde su punto de vista los textos no sufren, sino que los directores de teatro tienen su propia versión, otra imaginación que a veces comparte y a veces no. “Pienso que son dos cosas distintas: una es el texto y otra la puesta en escena, los climas, la actuación. No soy celosa del texto sólo porque me pertenece, sobre todo si está reemplazado por una puesta que lo merezca. Existen caminos paralelos que a veces me han dado muchas satisfacciones”.
Con una labor ininterrumpida a lo largo de casi cinco décadas, la calidad de la obra y el compromiso ético de Griselda Gambaro ocupa un lugar destacado en el panorama de la narrativa y la dramaturgia argentinas y del mundo, habiendo recibido numerosos reconocimientos por su contribución a la cultura tanto en el país como en el extranjero. La sólida estructura dramática y la calidad artística de su obra le confieren una vigencia permanente en el campo teatral. “A mí me gusta trabajar. Vuelvo mucho sobre lo escrito porque para mí es la única manera de encontrar lo que no me parece justo. Yo le he entregado mi vida a la escritura y me gusta mucho este trabajo. Creo que el mundo está para ser escrito”, concluyó.
En su sesión del 2 de junio de 2010, el Consejo Superior del IUNA aprobó por unanimidad distinguirla con el Título de Doctora Honoris Causa por sus significativos aportes en el campo de las artes escénicas y la literatura. Además, por su clara posición frente a los acontecimientos políticos, sociales y culturales del siglo XX y XXI. Impulsados por el Departamento de Artes Dramáticas, el otorgamiento de esta distinción académica constituye el más alto reconocimiento que la institución confiere a personalidades de relevancia en el ámbito de las artes, la docencia y la investigación y constituye un motivo de orgullo y honor para el IUNA como Universidad dedicada a la enseñanza de las artes.
Ante una gran cantidad de público, la importante narradora y dramaturga relató su modo de trabajo en el proceso de producción. La obra de Gambaro se destacó por su singularidad desde la aparición de “El desatino”, en los años ‘60. Al respecto, la autora señaló que “la originalidad a mí me ha tenido siempre sin cuidado. Yo creo que lo original no está en la forma sino en el discurso, tiene que surgir de un artista que esté conectado con su época, que investigue, articule y le dé fuerza al lenguaje. Creo que eso va a producir una voz particularizada y original en el sentido de que nadie dirá las cosas de esa manera”.
Griselda Gambaro confía en su experiencia de trabajo, su oficio y cierta intuición al momento de escribir una obra para teatro. Consultada por Patricia Zangaro acerca de cuáles son los materiales que disparan su necesidad de escribir, dijo que “el lenguaje es también el resultado de lo que uno es. No solamente hay que estar atento a lo que pasa en el mundo sino también saber de plástica, de música, leer. En la actualidad el campo de los jóvenes que quieren ser autores es reducido, y eso conspira. Uno no nace solo, tiene toda la carga no del pasado muerto sino de lo que está vivo de ese pasado y yo advierto que los jóvenes autores tienen un presente muy reducido y no aprovechan todo lo que hay para escarbar en la civilización, en la cultura, en el terreno del conocimiento, de la emoción”.
En cuanto a la puesta en escena de sus obras, la prestigiosa dramaturga dijo que desde su punto de vista los textos no sufren, sino que los directores de teatro tienen su propia versión, otra imaginación que a veces comparte y a veces no. “Pienso que son dos cosas distintas: una es el texto y otra la puesta en escena, los climas, la actuación. No soy celosa del texto sólo porque me pertenece, sobre todo si está reemplazado por una puesta que lo merezca. Existen caminos paralelos que a veces me han dado muchas satisfacciones”.
Con una labor ininterrumpida a lo largo de casi cinco décadas, la calidad de la obra y el compromiso ético de Griselda Gambaro ocupa un lugar destacado en el panorama de la narrativa y la dramaturgia argentinas y del mundo, habiendo recibido numerosos reconocimientos por su contribución a la cultura tanto en el país como en el extranjero. La sólida estructura dramática y la calidad artística de su obra le confieren una vigencia permanente en el campo teatral. “A mí me gusta trabajar. Vuelvo mucho sobre lo escrito porque para mí es la única manera de encontrar lo que no me parece justo. Yo le he entregado mi vida a la escritura y me gusta mucho este trabajo. Creo que el mundo está para ser escrito”, concluyó.
En su sesión del 2 de junio de 2010, el Consejo Superior del IUNA aprobó por unanimidad distinguirla con el Título de Doctora Honoris Causa por sus significativos aportes en el campo de las artes escénicas y la literatura. Además, por su clara posición frente a los acontecimientos políticos, sociales y culturales del siglo XX y XXI. Impulsados por el Departamento de Artes Dramáticas, el otorgamiento de esta distinción académica constituye el más alto reconocimiento que la institución confiere a personalidades de relevancia en el ámbito de las artes, la docencia y la investigación y constituye un motivo de orgullo y honor para el IUNA como Universidad dedicada a la enseñanza de las artes.